lunes, 26 de abril de 2010

No es tu hora



Hoy, un día soleado de primavera. Atormentado y agitado por la espera del saber que pasará. Por los recuerdos que a mi mente no paran de llegar, por el arrepentimiento de no saber el porqué, por la duda de si te dije todas las veces que te mereces lo mucho que te quiero y te querré. Mientras los años han pasado, y el transcurso de la vida se ha hecho pasado día tras día, hora tras hora y minuto tras minuto, mi recuerdo de ti se ha hecho presente en todos y cada uno de los momentos que corren por mi vida.
Es bonito mirar las estrellas y saber que el abuelo está ahí, tan cerca, tan presente y tan inalcanzable al mismo tiempo.
Quisiera poder pedirle a Dios y decirle que no es tu hora, que todavía tienes mucha sabiduría que regalarnos, muchas risas que ofrecernos y muchas Navidades que compartir.
En estos momentos, siento como el desaliento me rodea, como la tristeza de no saber que ocurrirá, de no saber si Dios escucha mis plegarias... me lleva hacia el abismo del más profundo dolor.
Miro al cielo, y le pido al abuelo y a Dios, que no te dejen marchar, que no es tu hora, que te tienes que quedar, que si te vas me moriré de rabia por todo lo que puedo decirte y no te he dicho, por lo que puedo hacer por ti y no he hecho...
Cada minuto de espera recuerdo tus ojos llenos de ternura, que se convierten en un suspiro de amor al vernos pasar.
Espero que mañana temprano pueda abrir mis ojos, mirar al cielo y saber que todavía no estás, saber que el abuelo y Dios escucharon mis plegarias, y saber que realmente NO ES TU HORA, y espero que sepas... lo que después de tantos años sigo sintiendo por ti.
Quédate, abuela, no es tu hora.
TE QUIERO

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